Doris Cataño vive en una vereda de Nunchía, Casanare. El año pasado decidió hacerse la prueba diagnóstica:
—Mi conciencia me decía: “Vaya, usted ha vivido en una casa donde las condiciones no son lo mejor”.
Doris recuerda que cuando era pequeña, al levantarse, veía alrededor de la cama “pitos” llenos de sangre.
—Cuando me entregaron el resultado, inicialmente no sabía qué pensar. Realmente no sentía nada —dice Doris.
Al igual que ella, muchas personas que tienen la infección no presentan síntomas.